Esa impresión crece cuando, en algunos cuadros, Helnwein baña de sangre a sus niños o los retrata mientras duermen, algunos aparecen vestidos con trajes militares, otros tiene los ojos vendados. Curiosamente, ninguno se ve asustado. Baste de muestra la extensa serie “El murmullo de los inocentes”, de la cual aparecen varias piezas en Fe, esperanza y caridad. Cada imagen da miedo y ternura al mismo tiempo, y eso es sumamente perturbador. ¿Será que Helnwein sabe jugar con los caminos del deseo y la destrucción? Lo sabe.